Las organizaciones necesitan objetivos, sin ellos no sabrían qué hacer y mucho menos cómo lograrlos. Ahora, tener objetivos no es suficiente, estos deben ser realistas y compartidos para que no se lo lleve el viento.
Para un tema tan complicado conseguimos a un experto, estudiado en filosofía y especializado en propósito organizacional, acompáñanos y descubre cómo hacer objetivos buenos, claros y logrables para tu organización.
Andrés Gómez, CEO de Rex+
¿Qué es un propósito?
Según la RAE, un propósito se define como: ¨Objetivo que se pretende conseguir¨ o ¨ Ánimo o intención de hacer o de no hacer algo¨, sin embargo, apuntar a algo no es suficiente en una organización. Si organizar personas fuese tan fácil, habría muchas más empresas en el mundo.
Entonces, ¿Qué hace que un propósito sea bueno? y aún más importante para las empresas: ¿Cómo se pueden establecer objetivos trabajables en equipo en base a él?
Andrés Gómez, CEO de Rex+ y Gerente de Personas en el Holding HCM SABLE nos ayudará a profundizar en qué es exactamente un propósito para las organizaciones y qué lo hace sostenible en el tiempo.
¿Cuándo cala más un propósito en la gente?
Conversando con Andrés, nos explica que un propósito necesita de ciertas características para cuadrar mejor en el razonamiento de las personas y convocarlas más efectivamente:
- Debe ser “final”, es decir, desearse mayoritariamente en sí mismo y no para otra cosa: Es importante que el propósito sea visto mayoritariamente como un bien propiamente tal que se desea conseguir y no como simplemente un medio para lograr otro tipo de bienes (dinero, estatus, reconocimiento, etc).
- Debe ser ¨Arquitectónico¨: Esto es estar dotado de una funcionalidad jerárquica que permita construir un orden de prioridades del resto de los objetivos organizacionales, es decir: que el objetivo principal de la empresa sea suficientemente importante como para permitir alinear todos los objetivos adicionales en cuanto a su importancia.
- Debe ser natural: Los objetivos calan más en las personas si están vinculados a la naturaleza humana, es decir, su orientación es más hacia mejorar la sociedad o la calidad de vida de las personas potenciando su inteligencia y su voluntad, a diferencia de la mera producción como fin último.
- Personal y donal: Debe permitir alinearse en buena medida con la naturaleza de los propósitos personales de sus colaboradores, que se vinculan con su propia expresión de libertad y de entrega.
Andrés define un propósito de calidad como aquel que cumple con estas características de base. Y ojo, esto no apunta a dejar de buscar la rentabilidad.
Las metas de rentabilidad deben ser igual de exigentes, pero no deben buscarse de cualquier forma, sino alineadas a un buen propósito. Una rentabilidad alineada a algo más profundo es la mejor garantía de sostenibilidad de una organización en el largo plazo.
Los buenos propósitos en la práctica
Con base en los pensamientos del filósofo Leonardo Polo y la teoría cibernética, Andrés nos explica: ¨En cualquier grupo humano uno busca que la cultura sean precisamente los hábitos que acompañan al propósito¨.
Es entonces cuando hablamos de 2 ámbitos clave en donde se juega la gestión de cualquier cultura:
- La gestión de la comunicación: Comunicar es fundamental para dar contexto a los colaboradores de modo que tomen las mejores decisiones desde su espectro de acción individual.
La comunicación debe ser abundante, permanente, bidireccional y transparente. - La gestión del poder: Una buena gestión del poder se identifica en su ejecución, cuando es más semejante a un orden natural y menos a una fuerza impuesta que requiere abundantes y costosos mecanismos de control.
El poder es más ético, es decir, genera un mayor bien, cuando logra ser compartido (delegado) sin que se destruya. La buena delegación se evidencia cuando hay menos normas y más contextos, cuando hay bajo “micromanagement” y mejor trabajo de planificación para distribuir adecuadamente la toma de decisiones.
En resumen: los objetivos de una organización deben estar alineados a un propósito, el cual debe ser humano, enfocarse a la mejora de la vida de las personas, permitir jerarquizar adecuadamente estos múltiples objetivos y alinearse lo mejor posible a las aspiraciones personales de los individuos a los que la empresa impacta.
Además, su buena ejecución debe ir de la mano con una comunicación permanente y bilateral, además de la gestión de un poder bien distribuido entre las distintas personas que componen la organización.